El judaísmo es una religión milenaria que se caracteriza por la diversidad de sus creencias y prácticas. Dentro de ella, existen diferentes corrientes que se separan por una variedad de factores, tales como la interpretación de las leyes religiosas, la relación con la modernidad y la perspectiva sobre el Estado de Israel. En este artículo, nos centraremos en dos ramas del judaísmo que se diferencian significativamente entre sí: los Haredim y los judíos convencionales.
Los Haredim, también conocidos como ultraortodoxos, representan una de las facciones más tradicionales y conservadoras del judaísmo. Estos seguidores de la religión se adhieren estrictamente a la Halajá, la ley judía, y procuran vivir de acuerdo con los mismos patrones de sus antepasados. Tal es así que, entre otras cosas, suelen vestir de manera modesta y cubrirse el cabello, especialmente las mujeres, como símbolo de respeto y modestia.
A diferencia del resto de los judíos, el estilo de vida de los Haredim no permite la televisión, el cine o internet, a excepción de su uso laboral. Por otro lado, no suelen tener un trabajo convencional, ya que la Tora les indica que la formación religiosa y la enseñanza son más importantes. Así, muchos de los activistas de los Haredim tienen empleos en el sector educativo, no siempre remunerados en términos económico, sino en espacio de alojamiento y comida durante su aprendizaje y asistencia a eventos religiosos.
El hecho de que los Haredim se limiten a estar en contacto solo con los miembros de su comunidad les otorga una perspectiva colectiva basada en el respeto y la devoción de las enseñanzas ancestrales sin el arrope cultural moderno.
Por otra parte, los judíos convencionales presentan un enfoque más moderno y liberal del judaísmo. Aunque tampoco se apartan radicalmente de las enseñanzas judías, si son más abiertos a la diversidad cultural y a la adopción de nuevos hábitos. Es decir, se adaptan a la situación a medida que se va presentando, integrándose a las costumbres y creencias que se van desarrollando con el correr del tiempo.
Los judíos convencionales, asimismo, suelen vivir vidas seculares, es decir, trabajan y estudian en escuelas no religiosas, pueden mirar la televisión, andar en bicicleta, conducir automóviles, y en general, aprovechan los avances tecnológicos e industriales de la sociedad contemporánea.
En relación a las celebraciones, los judíos convencionales también se adaptan a la situación, pueden realizar ceremonias religiosas en sinagogas, al mismo tiempo que pueden celebrar eventos culturales y sociales como bodas y bar mitzvahs en hoteles y otros lugares no religiosos.
Otro aspecto que distingue a los judíos convencionales de los Haredim es la relación con el Estado de Israel. Mientras los Haredim no reconocen al Estado de Israel como entidad política, los judíos convencionales lo abrazan como una manifestación moderna de la herencia judía en su país de origen. Esta actitud es el resultado de la visión sionista que impulso la creación y sostenimiento del Estado de Israel.
En conclusión, aunque los Haredim y los judíos convencionales tienen en común su compromiso con el judaísmo, se diferencian en muchos aspectos. Mientras los Haredim son más tradicionales y conservadores, los judíos convencionales tienen un enfoque más liberal y moderno. Además, los Haredim se limitan a mantener un contacto estrecho entre su propia comunidad, en tanto que los judíos convencionales tienen una perspectiva más abierta hacia la diversidad cultural y a la integración de las nuevas costumbres y creencias que van surgiendo en la sociedad actual. En última instancia, lo que une a estos seguidores del judaísmo es el anhelo de vivir una vida significativa y espiritual.